tomado de HECF
by guffo.blogspot.com
ADVERTENCIA: Quien no se sienta aludido y crea que con mi texto estoy generalizando, por favor no venga a hacerla de pedo, pues si la hace de pedo sólo confirmará lo que digo: que los de Monterrey somos unos brutos.
Si le preguntan a un regiomontano cuáles son las características que lo describen, seguramente dirá cosas como: “Somos gente muy trabajadora”, “somos gente orgullosa de nuestras raíces”, “somos gente muy entusiasta”, “somos gente que le gusta decir las cosas como son”, “somos una ciudad industrial”, “somos una ciudad importante y moderna”, “somos una ciudad con un potencial de desarrollo impresionante”, “tenemos los mejores lugares para divertirse”, “somos la mejor afición futbolera de México”, “tenemos eventos de primer mundo” y una lista interminable de cosas que no son más que mamadas que nos inculcaron creer desde niños.
La prueba máxima de que somos ignorantes, de que no tenemos lugares turísticos ni una cultura de la cual sentirnos orgullosos, es cuando viene alguien de visita a la ciudad: lo primero que hacemos es llevarlo a comer cabrito o a ver un partido de fútbol.
Los más ingenuos se conforman con eso: con decir que Monterrey es una sociedad que disfruta reunirse alrededor de un asador atascado de carne asada, a beber cerveza y a ver el fútbol. Esa imagen del devorador compulsivo de carne y cerveza que pierde la cabeza con el fútbol reconforta a muchos e incluso los hace creer que somos ejemplo de convivencia, modernidad y solvencia económica, pues –en sus mentes- comer carne, beber cerveza y pagar los boletos más caros del país para entrar a un estadio son sinónimo de gente pudiente y trabajadora. No por nada hay un dicho que dice que en Monterrey los hombres no competimos por ver quién tiene las verijas más grandes, sino por ver quién tiene el asador, la hielera y el televisor más grande.
Monterrey no es nada de lo anterior: es mucho menos y a la vez mucho más, todo depende del punto de vista desde donde lo quieran ver. El problema con Monterrey es que desde hace mucho confundió el trabajo con la esclavitud, la diversión con los vicios, el progreso con la depredación, la industria con la irresponsabilidad ambiental, el dinero con la ambición desmedida, el desarrollo con el desorden, el orgullo con la arrogancia, el placer con la frivolidad, hacer negocios con el endeudamiento, la cultura con los conciertos masivos, la riqueza gastronómica con el cabrito y la carne asada.
En mi ciudad lo que más proliferan son los casinos, los congales, la delincuencia y las cantinas. Se expanden más que las bibliotecas, las galerías, los cineclubes, los parques o las librerías. Si lo anterior no se multiplica, es porque no tiene demanda, y, si no tiene demanda, es porque la mayoría de nuestros habitantes son ludópatas, borrachos o congaleros, ¿no creen? Si desde niños se nos hubiera enseñado que existen otros placeres aparte del trabajo y el dinero, y otras formas de administrarlos, otro gallo nos cantara.
Los planteles educativos –supuestamente “los mejores del país”- en parte también tienen la culpa, pues olvidaron su función primaria y se empeñan en moldear empleados, en preparar esclavos, en meternos en la cabeza que trabajar en Cemex, Cervecería o Gruma es lo más chingón. A lo máximo que podemos aspirar. Nos meten en la cabeza que tenemos que partirnos el lomo y que sólo así tendremos derecho al goce y a los placeres, aunque sea una vez al año en verano o los domingos de cada semana. No hay espacio para cultivar el interior, para cuestionar. Tus sueños, tu tiempo, tus intereses y tu alma le pertenecen a otro. Si quieres “triunfar”, tienes que hacer lo que te digan. Apegarte a sus condiciones. No hay de otra, como dicen los regiomontanos cuando les preguntas que cómo están: “Pues aquí, echándole ganas, trabajando: no hay de otra”.
El costo que paga una sociedad industrial y una cultura empresarial con individuos que ponen en primer plano el trabajo y el dinero, es el reflejo de lo que estamos viviendo ahora: tierra fértil para el crimen, para los vicios, para gente obediente que se desquicia a la menor provocación y rompe las mínimas reglas de la cortesía. Una sociedad que pone como únicas opciones de vida el trabajo y el dinero y el endeudamiento y el tener más para ser más, es una sociedad de esclavos. Es una sociedad que solita se construyó sus barrotes.
Ser una ciudad con todo lo peor y todo lo decadente, no tendría nada de malo si al menos lo aceptáramos. Lo malo es no aceptarlo y querer dar una imagen distinta de lo que somos. Hay que recordar que la negación es el primer síntoma de que tenemos un problema. De que estamos enfermos. ¿Nos daremos cuenta a tiempo o con carne asada, cerveza, fútbol y mota se nos olvida?
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ADVERTENCIA: Quien no se sienta aludido y crea que con mi texto estoy generalizando, por favor no venga a hacerla de pedo, pues si la hace de pedo sólo confirmará lo que digo: que los de Monterrey somos unos brutos.
Si le preguntan a un regiomontano cuáles son las características que lo describen, seguramente dirá cosas como: “Somos gente muy trabajadora”, “somos gente orgullosa de nuestras raíces”, “somos gente muy entusiasta”, “somos gente que le gusta decir las cosas como son”, “somos una ciudad industrial”, “somos una ciudad importante y moderna”, “somos una ciudad con un potencial de desarrollo impresionante”, “tenemos los mejores lugares para divertirse”, “somos la mejor afición futbolera de México”, “tenemos eventos de primer mundo” y una lista interminable de cosas que no son más que mamadas que nos inculcaron creer desde niños.
La prueba máxima de que somos ignorantes, de que no tenemos lugares turísticos ni una cultura de la cual sentirnos orgullosos, es cuando viene alguien de visita a la ciudad: lo primero que hacemos es llevarlo a comer cabrito o a ver un partido de fútbol.
Los más ingenuos se conforman con eso: con decir que Monterrey es una sociedad que disfruta reunirse alrededor de un asador atascado de carne asada, a beber cerveza y a ver el fútbol. Esa imagen del devorador compulsivo de carne y cerveza que pierde la cabeza con el fútbol reconforta a muchos e incluso los hace creer que somos ejemplo de convivencia, modernidad y solvencia económica, pues –en sus mentes- comer carne, beber cerveza y pagar los boletos más caros del país para entrar a un estadio son sinónimo de gente pudiente y trabajadora. No por nada hay un dicho que dice que en Monterrey los hombres no competimos por ver quién tiene las verijas más grandes, sino por ver quién tiene el asador, la hielera y el televisor más grande.
Monterrey no es nada de lo anterior: es mucho menos y a la vez mucho más, todo depende del punto de vista desde donde lo quieran ver. El problema con Monterrey es que desde hace mucho confundió el trabajo con la esclavitud, la diversión con los vicios, el progreso con la depredación, la industria con la irresponsabilidad ambiental, el dinero con la ambición desmedida, el desarrollo con el desorden, el orgullo con la arrogancia, el placer con la frivolidad, hacer negocios con el endeudamiento, la cultura con los conciertos masivos, la riqueza gastronómica con el cabrito y la carne asada.
En mi ciudad lo que más proliferan son los casinos, los congales, la delincuencia y las cantinas. Se expanden más que las bibliotecas, las galerías, los cineclubes, los parques o las librerías. Si lo anterior no se multiplica, es porque no tiene demanda, y, si no tiene demanda, es porque la mayoría de nuestros habitantes son ludópatas, borrachos o congaleros, ¿no creen? Si desde niños se nos hubiera enseñado que existen otros placeres aparte del trabajo y el dinero, y otras formas de administrarlos, otro gallo nos cantara.
Los planteles educativos –supuestamente “los mejores del país”- en parte también tienen la culpa, pues olvidaron su función primaria y se empeñan en moldear empleados, en preparar esclavos, en meternos en la cabeza que trabajar en Cemex, Cervecería o Gruma es lo más chingón. A lo máximo que podemos aspirar. Nos meten en la cabeza que tenemos que partirnos el lomo y que sólo así tendremos derecho al goce y a los placeres, aunque sea una vez al año en verano o los domingos de cada semana. No hay espacio para cultivar el interior, para cuestionar. Tus sueños, tu tiempo, tus intereses y tu alma le pertenecen a otro. Si quieres “triunfar”, tienes que hacer lo que te digan. Apegarte a sus condiciones. No hay de otra, como dicen los regiomontanos cuando les preguntas que cómo están: “Pues aquí, echándole ganas, trabajando: no hay de otra”.
El costo que paga una sociedad industrial y una cultura empresarial con individuos que ponen en primer plano el trabajo y el dinero, es el reflejo de lo que estamos viviendo ahora: tierra fértil para el crimen, para los vicios, para gente obediente que se desquicia a la menor provocación y rompe las mínimas reglas de la cortesía. Una sociedad que pone como únicas opciones de vida el trabajo y el dinero y el endeudamiento y el tener más para ser más, es una sociedad de esclavos. Es una sociedad que solita se construyó sus barrotes.
Ser una ciudad con todo lo peor y todo lo decadente, no tendría nada de malo si al menos lo aceptáramos. Lo malo es no aceptarlo y querer dar una imagen distinta de lo que somos. Hay que recordar que la negación es el primer síntoma de que tenemos un problema. De que estamos enfermos. ¿Nos daremos cuenta a tiempo o con carne asada, cerveza, fútbol y mota se nos olvida?
guffo.blogspot.com
3 comentarios:
Tienes algo de razon, lo extraño es que yo soy de Monterrey, y no me drogo, soy de Monterrey y tengo la cultura de una o dos veces al año, salir del estado para irme a conocer otras ciudades y de vez en cuando otros paises; y si, es cierto en Monterrey nos venden muy caro, casi todo... pero tambien, es cierto, que la cultura de trabajar y llegar hacer mejor que el vecino, de innovar, de estudiar una carrera, de poner un negocio y a la vez trabajar en una empresa, para asi poder darte tus gustos, en mi opinion, es una buena cultura...
No, el problema no es la cultura de querer ser mejor, el problema es que tu crees que para ser mejor, Anónimo, tienes que trabajar muy duro en una empresa y dejarle la vida, cuando para la empresa no eres más que un simple trabajador desechable más. Si en algún momento se te ocurre cuestionar o dar prioridad a la familia o al crecimiento personal, te dicen adiós sin remordimiento, total, la U(A)NL está cultivando chingos de autómatas que cumplirán tu jale.
Para ser mejor, simplemente hay que ser eficiente. No tiene nada de malo no trabajar en una empresa, no tiene nada de malo tener un trabajo de pocas horas y buen sueldo (mucha gente cree que estos son unos huevones y les molestan, si es que llegan a conocer a uno)
Todo está caro, todo está pinche y aún así todos se creen la gran mamada.
oye carnal estas equivocado a lo mejor vives en la zona metropolitana, o no eres del todo regio, pero en monterrey tenemos cultura y muy grande y diferente a mexico no somos ni aztecas ni nada de eso somos YUMAS y todavia hay indios, y estan protegidos por el gobierno federal, de hecho ase poco les ayudaron por las sequias, checa la historia serfadita donde dice que monterrey fue fundada por judios de hecho gente de texas capturaba indios yumas y los vendian como exclavos mty fue unestado exclavista auqne no por mucho tiempo y mis tios son de montemorelos son weros y de ojos de color y siempre hacen carne asada estas un poquito desubicado y somos trabajadores claro que los foraneos son demasiado jaladores pues vienen de fueras lastima de alguna gente que los discrimina pero checa la historia y no de wikipedia, monterrey de hecho quiso ser un pais formando la republica de rio grande formado por coahuila tamaulipas y texas que junto con nuevo leon eran uno solo, pero no se pudo el gobierno centralista no lo permitio texas dejo de ser un estado independiente y el fuimos gobernados por americanos por dos años, checa la historia porque tambien tenemos demasiados parque turusticos naturales, pero como dices la gtente solo los llevan al bosque magico o al cabrito
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